¿Internet: amenaza o potencia democrática?
El 28% de la población mundial tiene cuenta en Facebook, es decir 2,167 mil millones de personas según We are social y Hootsuite. Un estudiante del MIT, Hachem Saddiki, explicó que para el 2098 existirán más cuentas de personas muertas que de personas vivas en Facebook. En este contexto, la empresa Cambridge Analytica robó datos de 87 millones de usuarios de Facebook ¿Preocupante? bastante.
En 2004, en el campus de la Universidad de Harvard nace Facebook, la red social más famosa del mundo. De hecho, es la época en la que aparecen la mayoría de los mastodontes digitales que ocupamos hoy: YouTube en 2005, Twitter en 2006, Instagram en 2010. Esta es la época de la web 2.0, una web distinta que creó la posibilidad de que los seres humanos pudieran interactuar entre sí. Y como en la vida real, las relaciones humanas no siempre son tranquilas, estas redes tampoco lo son. Grandes debates han generado por el tratamiento masivo y abusivo de datos personales
El escándalo de Cambridge Analítica estalló en marzo del 2018. La compañía británica que utilizaba el análisis de datos para ayudar en campañas publicitarias o políticas, hoy es acusada de haber recopilado millones de datos privados de usuarias y usuarios de Facebook para influenciar las elecciones presidenciales de EEUU en el 2016 a favor de Donald Trump, mediante publicidades personalizadas y difusión de falsas noticias o también conocidas como “fake news”.
Actualmente la red social de Mark Zuckerberg es acusada de no haber protegido suficientemente los datos de quienes son parte del sistema. En tanto, Facebook declaró que esta recopilación era ilegal. Pero a pesar de eso, cómo podemos saber si nuestros datos personales no fueron utilizados para fines ocultos ¿Cuántas empresas trabajan con las mismas técnicas que Cambridge Analytica?
La audición de Mark Zuckerberg ante el Senado estadounidense materializó dos visiones del mundo y que se enfrentan entre sí: la de considerar Internet como un peligro para la sobrevivencia de los Estados y la de ver Internet como un nuevo mundo liberado de las fronteras y de las reglas del mundo “old school”. Una distopía y una utopía.
El problema es que Internet y las redes sociales no se pueden resumir en una, o la otra. El valor de una tecnología se mide respecto de cómo la utilizamos. No existen malas o buenas tecnologías. La respuesta está en su uso.
Si por un lado Internet permite el robo de las informaciones de millones de personas, el revenge porn y la popularidad mundial de “Despacito”, por otro permite también abrir una mirada hacia el mundo, aprender lo que pasa en otro hemisferio del planeta y tener acceso a una fuente inagotable de conocimientos. Permitió las revoluciones de la Primavera Árabe y las revelaciones de Wikileaks. Es también Internet que permite a Ciudadano Inteligente funcionar y luchar por mejores democracias.
Internet es público y sus intereses residen en eso. ¿Conocen otro espacio público donde cuatro mil millones de personas puedan expresarse? Si Internet fuera un continente sería el más poblado. Internet permite a los ciudadanos y ciudadanas reunirse sin tener que conocerse físicamente, sin tener que vivir en el mismo lugar, para levantarse y hacer escuchar su voz frente a sus dirigentes y por causas comunes.
La lección de Cambridge Analytica y de todos los escándalos anteriores (y también los que seguirán) es que la ciudadanía del “planeta Internet” puede darle el valor que quiera. Al fin y al cabo, si Internet y la tecnología está en manos de personas que quieren hacer del mundo un mejor lugar es, sin duda, un arma de creación y emancipación masiva.