Estos últimos meses una marea verde inundó las calles de Buenos Aires y de muchas otras ciudades en Argentina y el mundo. Encabezada por las generaciones más jóvenes, la ciudadanía que pelea para el derecho de las mujeres a abortar libremente está haciendo historia.

La lucha para el aborto legal no es nueva en Argentina, tiene por lo menos 30 años, pero se volvió más intensa que nunca con el movimiento feminista #NiUnaMenos que surgió en 2015 originalmente para denunciar los feminicidios. En marzo del 2018, dio un paso decisivo cuando un proyecto de legalización del aborto libre hasta la semana 14 de gestación ingresó por primera vez en el circuito parlamentario. Según las encuestas, entre un poco más de la mitad y hasta el 70% de la población argentina estaría a favor de la despenalización del aborto.

Lo que ocurrió en Argentina es la prueba de que la sociedad civil tiene el poder de llevar una causa hasta el Parlamento y educar a una región entera en el proceso. La movilización internacional que desató esta votación mostró que el derecho de la mujer a disponer de su cuerpo no tiene fronteras. El mundo entero tiene los ojos puestos en Argentina.

Latinoamérica es la región del mundo con mayor porcentaje de embarazos no planificados (un 56% según la ONU), y la movilización en argentina ha permitido intensificar el debate sobre el aborto legal, seguro y gratuito en la agenda. Por el momento, sólo las cubanas (1965), las habitantes de Ciudad de México (2007) y las uruguayas (2012) tienen acceso a este derecho fundamental.

Desde Europa, donde la mayoría de las mujeres tiene derecho a abortar libremente, envían miles de mensajes de apoyo a las latinoamericanas para que sean ellas quienes puedan decidir sobre su maternidad y escapar del peligro de los abortos clandestinos (43 argentinas fallecieron en 2016 por complicaciones derivadas de estas intervenciones).

Las movilizaciones en argentina hoy son una gran oportunidad para que la juventud pueda apoderarse de una lucha que la concierne y de asignarle más fuerza. En las marchas, las menores de edad constituían una parte significantiva del cortejo, incluso fueron ellas quienes iniciaron algunas tomas en sus colegios. Este momento ha abierto un nuevo espacio y que algunas y algunos lo han llamado: “revolución de las hijas”.

Hoy el Senado rechazó el proyecto de ley pero lo que consiguieron lxs militantes a favor de la interrupción voluntaria del embarazo es histórico. Nunca un proyecto de ley para legalizar el aborto había llegado hasta esta instancia en Argentina y el impulso de solidaridad internacional que generó fue extraordinario.

Este es un movimiento y un debate latente en toda la región, que se puede abrir en cualquier momento y en cualquier país de Latinoamérica, y ahora existe una red internacional ciudadana, coordinada y solidaria para apoyarla. Así fortalecemos la democracia.