La semana pasada aterrizamos en México, donde los índices de violencia continúan en aumento. Según el INEGI, las agresiones se han convertido en la primera causa de fallecimiento para hombres y la segunda para mujeres entre 15 y 29 años. En este contexto de violencia física y narrativa, se movilizan las juventudes mexicanas.

Ante esta situación y con la motivación de compartir nuevas herramientas con jóvenes activistas, que les permitan hacer incidencia en políticas públicas a través de la colaboración, la inclusión y el diálogo, llevamos la Escuela de Incidencia a México.

Después de un intenso proceso de selección, 8 jóvenes provenientes de 4 estados del país se integraron a nuestra Escuela y asistieron a la formación presencial para fortalecer el trabajo de sus organizaciones con herramientas de incidencia. Realizando activismo desde el sector social, lxs participantes de la Escuela trabajan distintas problemáticas como discriminación a niños y niñas transgénero, vulneración de derechos laborales de trabajadoras del hogar, violencia en comunidades escolares, discriminación hacia mujeres que participan en política, entre otras temáticas que atentan contra derechos humanos. De forma excepcional, 7 de las 8 participantes son mujeres y 5 de ellas trabajan contra la violencia de género en diferentes ámbitos, lo que nos habla de una problemática clave y urgente a atender en el país.

Dentro de los desafíos frecuentes de lxs participantes se encuentran la capacidad de concretar planes de trabajo multisectoriales, lo que para Reyna Torres –participante de la Escuela de Incidencia México– fue uno de los aprendizajes más significativos tras haber finalizado la jornada de formación presencial. “La metodología contribuye a la solución de problemáticas públicas que permite mejorar los procesos de construcción de acuerdos sobre todo porque involucra a diversos actores como la sociedad civil, académicos, instituciones públicas gubernamentales y tomadores de decisión de distintos ámbitos.”

Por otro lado, varixs de lxs participantes ya tenían experiencia facilitando procesos en sus espacios de trabajo y la Escuela les permitió cuestionar sobre cómo han desarrollado ese rol. Clara Santos –también participante de la Escuela de Incidencia México– nos cuenta “en mi organización soy una de las personas que se dedica a facilitar talleres y también imparto cursos relacionadas con nuestra temática. Me parece sumamente rico que yo regrese con todas estas herramientas y no solo pueda compartirlas con mi equipo de trabajo, sino también con las personas que son beneficiarias de los cursos y programas de educación en los que trabajamos.”

Como Fundación, tras realizar 12 Escuelas de Incidencia en Latinoamérica, vemos la experiencia de México como el cierre de un primer gran ciclo de Escuelas, de las cuales nos llevamos un montón de aprendizajes. Ahora, nos toca sentarnos un momento, evaluar y enriquecer el modelo de la Escuela con la retroalimentación que nos han dejado más de 110 participantes que se han capacitado con nuestra metodología en Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guatemala, México y Perú.

La Escuela nos ha ayudado a entender mejor las necesidades del activismo en la región, donde los niveles de impunidad son de los más altos a nivel mundial y la lucha por los derechos humanos se ha convertido en una de las actividades más peligrosas. Desde nuestro equipo, estaremos pensando y soñando nuevas formas y recursos para contribuir a estas luchas, afinando las herramientas que entregamos para que sean un verdadero aporte en los procesos de cambio social que están liderando las juventudes en América Latina.