Más de 47 millones de personas en Brasil acaban de votar por un ex militar que ha hecho declaraciones racistas, machistas, homofóbicas y antidemocráticas para que sea su Presidente. La campaña de primera vuelta fue tensa y polarizada. Estas señales nos preocupan por lo que significan para la sociedad brasileña, y la ciudadanía de nuestra región en general.

La campaña electoral brasileña fue precedida por una horrible alza en la violencia política, sobre todo contra ciertos grupos desprotegidos. El asesinato de Marielle Franco fue la gota que rebalsó el vaso para la sociedad civil organizada, quien actuó para evitar nuevas muertes, pero esto no impidió una ola de polarización, tensión y agresión que dejó sus marcas en la cobertura mediática y en el debate público. La ciudadanía, que ya venía desesperanzada de la política y el sistema democrático en general, se enfrentó así a una de las elecciones más importantes de los últimos años.

En este contexto de descrédito hacia todas y todos, han salido perdiendo los Derechos Humanos. Los de las y los más vulnerables. Los derechos de las minorías. El resultado de todo el proceso electoral podría seguir profundizando las grietas que debilitan la democracia de Latinoamérica y el mundo.

La democracia debe ser un sistema de gobierno que reivindica la diferencia, siempre, sin excepciones, dentro de un marco de respeto a derechos fundamentales, que nos enseña el poder del diálogo, del entendimiento, e incluso de ceder cuando corresponde. Que crea mejores vidas, más justas, con más derechos. La democracia no puede ser una herramienta por la que discursos de odio llegan al poder. Tenemos que preguntarnos qué pasa en las vidas, y en las desesperanzas, de quienes votan por candidaturas que promueven discursos de violencia y ofrecen promesas de campaña regresivas, en contra de derechos fundamentales reconocidos mundialmente, como la igualdad y la libertad de expresión.

La respuesta no es fácil ni es simple, pero su abordaje, desde espacios como el nuestro, es urgente, con ocho elecciones en el 2019 y similares tendencias. Extendemos una invitación a aquellos que quieran explorarla junto a nosotros y actuar desde nuestras capacidades institucionales, una vez entendamos mejor el problema. Cuanto antes, mejor. Cuantos más, más fuertes.

En las próximas semanas, desde nuestras oficinas en Rio y en Santiago estaremos velando porque la población pueda tener mecanismos transparentes para informarse en su voto en la segunda vuelta y pedimos formalmente a las autoridades de Brasil así como a la comunidad internacional, a los organismos regionales e internacionales, y a los medios, que adopten las siguientes medidas:

  • Demandar que el gobierno actual garantice la seguridad de las minorías electas.

  • Que se active de inmediato un mecanismo de monitoreo internacional constante del respeto a los derechos de las mujeres, así como se proteja el funcionamiento e institucionalidad de quienes luchan por su protección, respetando la prohibición de regresividad en materia de derechos sociales.

  • Activar mecanismos robustos de alerta temprana, investigación y sanción ante el discurso del odio y apología al delito en la campaña electoral presidencial.

  • Por último, dar las debidas garantías a grupos de la sociedad civil para que puedan defender los Derechos Humanos y fiscalizar la contienda electoral presidencial de forma segura.