Texto escrito por Catalina Balla, directora de comunicaciones de Ciudadanía Inteligente y Colombina Schaeffer, subdirectora de Ciudadanía Inteligente publicado en Open Democracy

En Chile comenzó un proceso histórico. Impulsado por el arrojo y la valentía de la ciudadanía, este proceso único busca refundar el país y cambiar las reglas del juego escritas hace más de 40 años, por unos pocos y en dictadura. Hoy, por fin, vemos que es posible reivindicar el poder ciudadano a través de la construcción de una nueva Constitución con paridad de género y con escaños reservados para pueblos indígenas, que sirva al interés general y no a las élites de siempre.

Estamos convencidas de que es momento de que se escuche con fuerza la voz de a quienes se les ha negado el poder en todas sus formas. Miramos este camino que empieza con esperanza, y con la profunda convicción de que impulsará cambios sustantivos en las relaciones desiguales de género, el respeto al medioambiente, en el reconocimiento y garantía de los derechos, y en la forma en que se distribuye el poder en la sociedad.

El pasado 4 de julio, en el centro de Santiago de Chile, se dio el pistoletazo de salida a la Convención Constitucional. Y se hizo desde una instalación que representaba un intento de apertura y transparencia, porque los trámites se desarrollaron bajo un toldo transparente y abierto, muy distinto de los edificios de puertas cerradas a los que estamos acostumbradas al pensar en instituciones políticas y sedes de autoridades, enviando con esto una señal de que la “buena” política es posible.

Pudimos observar a distintos grupos de personas con diversas posiciones articularse, y hacerlo de cara a la ciudadanía. Observamos también conflictos y disensos. Pudimos ver cómo parte de las y los convencionales defendieron el espacio para la manifestación pública y pacífica de las demandas ciudadanas durante la ceremonia. También fuimos testigos de votaciones, negociaciones y concesiones. Y muy importante, observamos decisiones que, a diferencia de a lo que estamos acostumbradas, se tomaron con transparencia y con las puertas abiertas a todo Chile y el mundo. En resumen: observamos a personas diversas hacer política en un espacio abierto.

¿Este proceso está tomando más tiempo de lo pensado? Probablemente sí. Pero la democracia es así, es lenta. Y como sociedad nos debemos este tiempo. Sin embargo, aún quedan dudas de cómo se garantizará la participación ciudadana durante todo el proceso constituyente.

Por esto, en Ciudadanía Inteligente junto CONSTI TU+YO, la Iniciativa Global por los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (GI-ESCR por sus siglas en inglés) y la Fundación Friedrich Ebert (FES), buscamos promover la participación e incidencia efectiva de la ciudadanía a través de nuestro proyecto: La Constitución es Nuestra, una plataforma abierta, colaborativa y colectiva que busca reinvidicar el poder ciudadano.

Porque sabemos que este proceso le pertenece a la ciudadanía, queremos visibilizar y articular propuestas ciudadanas en materia de derechos sociales, económicos, culturales y ambientales, así como de fortalecimiento democrático, conectándolas con el trabajo de las y los convencionales constituyentes.

Además, se podrá acceder a toda la información relevante sobre la Constitución, el Proceso Constituyente, la Convención Constitucional y sus mecanismos de participación ciudadana en un formato claro y amigable, así como diversas herramientas para que toda la ciudadanía pueda elaborar e impulsar propuestas.

El proceso constituyente es una oportunidad única para discutir y construir un nuevo pacto social que permita afrontar los desafíos del futuro con mayor cohesión social, fortalecimiento de la democracia, legitimidad de sus instituciones políticas y mayor ejercicio de derechos por parte de la ciudadanía.

Esto recién comienza. Queda un inmenso recorrido por delante y es nuestra tarea impulsar una Constitución escrita por toda la ciudadanía y no por unos cuantos, que acostumbraban a ser los de siempre.